Se acerca para muchos surfers del Cantábrico la época de escaparse a pasar el invierno en sitios cálidos. Ahora mismo estamos acabando el otoño, suelen ser los mejores meses de surfing en nuestras costas, y día tras día el mar nos manda marejadas limpias y consistentes, pero cada mañana hace más frío y las horas de luz ya dan muy poco margen. Dentro de nada llegarán enero y febrero, y su habitual hostilidad, así que quien pueda se hará al menos una escapada para surfear en bañador.
El tema de viajar en avión con tablas de surf es realmente uno de los mayores problemas a los que los surfers se enfrentan en esta búsqueda de olas y aguas cálidas.
Prácticamente todas las compañías aéreas tienen un apartado específico para tablas de surf diferenciado incluso del resto de “equipajes deportivos especiales” (esquís, palos de golf, bicicletas…) pues consideran éstas un equipaje especialmente complicado.
Vamos a poner unos ejemplos de las diferentes opciones para gestionarlo que utilizan algunas de las compañías más importantes.
Empezando por la de casa, “Iberia”, que te cobra 150€ por tabla (aunque en la práctica te lo cobra por funda, vayan dos o tres dentro) y por vuelo, es decir, 150€ llevarlas y 150€ volver con ellas. Es una locura, pues en muchos casos vale más comprarse una tabla en el destino al que vayas y venderla para irte, pero claro, también depende de lo fácil o difícil que sea eso allí donde vayas y de si estás dispuesto a renunciar a surfear con tus tablas de surf. Cierto es también que no asumes riesgos de rotura o pérdida de tu tabla de surf, pero también es cierto que en esos casos la compañía te indemniza. Cuidado, es importante protegerlas bien en el embalaje para que la compañía no se pueda acoger a esto y no pagar.
Los que durante muchos años metieron tablas rotas en fundas para reclamar a la llegada son seguramente los principales responsables de que aerolíneas como Iberia se cansaran de los problemas que les daba nuestro material y le pusieran un precio tan desorbitado. La mayoría de las compañías que cobran las tablas no son tan caras, por ejemplo, volar con Turkish un Bilbao – Male (Maldivas), son 70€ ida y 70€ vuelta, lo cual es asumible. Este es un rango de precio en el que se mueven muchas aerolíneas a lo largo del mundo.
Alguna como British Airways llegaron incluso a prohibir viajar con ellas. Hoy en día y con el importante desarrollo que hay con el turismo del surf, no sabemos de ninguna compañía que no lo permita, aunque ya sabemos que no todas son igual de serias y previsibles. Es decir, puedes comprarte un billete con Air Maroc, que te digan que no te cobran, pero cuando vayas a facturar te encuentres con un tipo que dice que el avión lleva mucho equipaje y que las tablas de surf o pagan o se quedan en tierra… Pues a pagar, que ya no hay vuelta atrás.
Hay aerolíneas como Emirates o Qatar que no cobran por ellas. Recientemente anunciaba también Air France que entraba en una fase de pruebas no cobrando las tablas y que valorarían los resultados antes de tomar una decisión definitiva. Pero cuidado, hay que leer bien y preguntar bien las condiciones, porque está genial no pagar por las tablas, pero no lo está que por ello no se hagan responsables si las rompen.
A veces utilizamos la funda de tablas como única maleta, pues vamos ligeros de equipaje, pero cuidado porque esa poca ropa, sumada a las tablas, el embalaje, las quillas, las pastillas de parafina y otros accesorios, hacen que nos pasemos de peso y por ahí nos quieran cobrar más aún. A veces es mejor sacar todo en una maleta a parte y que la funda vaya más ligera, de esta forma también los empleados de maletas la moverán y tratarán mejor que si es un “muerto” pesadísimo. En algunos casos también cambian las condiciones según las medidas de tu tabla de surf, no cobran lo mismo una funda de shortboards que una de longboard.
Por todo esto, para viajar en avión con tablas de surf hay que tener claro, dedicarle tiempo y leerse bien las condiciones de las aerolíneas con las que vas a volar, más aún si te toca volar con varias. Muchas veces, es en una de esas escalas en cualquier país lejano, donde a la hora de volver a facturar con esa compañía que ni sabías que existía, se te complica la cosa y te cuesta un dinero inesperado.
